Esta exposición explora la inmigración de la forma. Se trata de un producto cultural que es tanto el resultado de las tradiciones locales como un artefacto cosmopolita. Aquí, considere Delft Blue en los Países Bajos. Ahora, considere una pieza de Porcelana Qinghua en China, o Cerámica Iznik en Turquía, Azulejo en Portugal, China en Gran Bretaña o Talavera en España y Talavera Poblana en México. Todas estas son cerámicas azules y blancas que se remontan al comercio mundial. Este tipo de artefacto señala un enfoque comercial, en general a través del colonialismo, que transformó masivamente las civilizaciones. Al centrarse en una manifestación estética de un mundo en movimiento, esta exposición lo invita a considerar una pieza de cerámica azul y blanca como un barco y un puerto. Reúne obras en diferentes medios realizadas por artistas contemporáneos de América, Asia y Europa.

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En los Países Bajos, el aumento de la popularidad de la cerámica azul y blanca se produjo a través de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) a principios del siglo XVII. La estima y el valor de estas cerámicas no se debía únicamente a que su procedencia y diseños fueran considerados exóticos. Su composición material también era extranjera. Estas piezas importadas estaban hechas en porcelana, cuya invención y empresa relacionada fueron supervisadas protectoramente por la dinastía china. En el siglo XIV, cuando la porcelana se consideraba “oro blanco”, el Imperio Otomano ya encargaba porcelana china hecha a medida para la exportación. También se les atribuye haber proporcionado a los chinos cobalto, el mineral que produce el color azul, que obtuvieron de la región conocida hoy como Irak. Pero fue el comercio marítimo de larga distancia el que internacionalizó globalmente el estilo de la cerámica azul y blanca.

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