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MURAL
FUNDACIÓN ALUMNOS 47
2018. CDMX, MX

Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.
Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.
Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.
Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.
Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.
Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.
Marcos Castro. Mural. Fundación Alumnos 47, CDMX, MX.

Huitzilopochtli es el sol, el joven guerrero que nace cada mañana del vientre de la vieja diosa de la tierra, y muere cada tarde, para iluminar el mundo de los muertos (...) Los aztecas son el pueblo de Huitzilopochtli, son el pueblo escogido del sol, son los encargados de dar de comer; para él o para la guerra, es una forma de culto y una actividad necesaria... Alfonso Caso, “El Pueblo del Sol”.

 

Desde el comienzo de la humanidad, el hombre ha tratado de dominar y comprender el mundo. Además de buscar respuestas en la ciencia y el conocimiento, lo que más ha recurrido el ser humano en sus investigaciones es la magia, la religión y el arte. Las manifestaciones artísticas no se distancian de lo esotérico y religioso; por el contrario, se complementan y en algún momento se igualan y potencian. Estas tres nociones, sobre todo, admiten que un mundo sobrenatural y suprasensorial acompaña al mundo natural. Un resquicio, un quiebre donde se puede enunciar una respuesta sobre la inteligencia del ser humano y su deseo de dominar la naturaleza. Así un hechizo, una oración o una pintura se vuelven posibilidades y quien las realiza o las manifiesta lo hace con el poder y la esperanza de que algo se produzca. Este desarrollo puede ser externo: como la lluvia para calmar una sequía, una oración para salvar a un enfermo, o puede ser una transformación interior y espiritual como la fuerza inexplicable de una imagen y su belleza, y la expresión potente de algo que las palabras no pueden. contener.

Tomando como punto de partida el mito fundacional del pueblo azteca y la figura de Huitzilopochtli, hijo de la pareja divina, dios de la guerra, representación cardinal del Sur y del color azul, Marcos Castro (México, 1981) presenta en esta exposición individual una selección de imágenes pintadas únicamente en azul, plasmadas en tinajas, tejas y dibujos que conforman un catálogo personal que pretende cuestionar la idea de identidad, de lucha y guerra social, no solo en México sino también en América Latina.

Kandisky decía “Cuanto más profundo se hace el azul, más fuertemente llama al hombre hacia el infinito, despertando en él el deseo de lo puro y, finalmente, de lo sobrenatural”. Sumergidos en el color del Sur, no nos queda más remedio que pensar en lo que hemos hecho con nuestra propia humanidad a lo largo del tiempo. Magia, religión, arte o ciencia, no hemos podido librarnos de la lucha entre nosotros y una dualidad que parece inerte al propio devenir del mundo, al amanecer y al ocaso.

Domitila Bedel

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